VIOLENCIA CONTRA LA MUJER


un crimen de injusticia social que habla en la República Dominicana de autoritarismo, demagogia  y el egocentrismo que ejercen y reflejan sus autoridades.  El tema de la mujer es utilizado mediáticamente por la política, con la frivolidad que caracteriza la búsqueda de votos en momentos coyunturales. Este tema,  tiene  graves implicaciones sociales no reconocidas ni por las autoridades ni por la sociedad en general.


No demostramos  conciencia real  sobre la problemática. Es evidente la imperiosa necesidad de sumar voluntades,  con compromiso y decisión de prevenir  un delito que desconfigura una entidad como la familia, la familia debe ser sagrada, y  su integridad  protegida.

La situación es preocupante y de alarmarse  sobre todo frente a la debilidad  institucional que caracteriza al estado dominicano y la ausencia de voluntad política para enfrentar la problemática con la importancia  que requiere.

La vinculación entre familia y sociedad es inevitable.  Pues en  familia aprendemos lo que llevaremos a la sociedad, la sociedad debe ofrecer la plataforma legal  para desarrollar nuestras acciones como ciudadanos civilizados  con respeto a la ley, estableciendo esta los limites de  nuestros  derechos y deberes.
  
Las trabas legislativas discriminatorias en contra de la mujer,  más la impunidad, tráfico de influencia, y la cultura de que “todo se puede”, “porque todo se arregla” en nuestra sociedad.   Sirve de estímulos y  detonantes al incremento de  los   feminicidios en todo el territorio nacional, así como en otras latitudes del mundo donde hay comunidades de dominicano/as.


Esta situación es bochornosa  y debería llamar  a  reflexión a todos y cada uno de los y las  dominicana/os, quienes hemos permitido que el maltrato físico y verbal sea parte intrínseca de nuestra convivencia, apañada por muchos e  ignorada en  complicidad  social.



La cultura de la pela, es el pan nuestro de cada día al interior de nuestros hogares.  Pero con la pela para regular el comportamiento de nuestros hijos e hijas   cruzamos la línea, cayendo en la violación de los derechos fundamentales de todo ser humano.

Una práctica cultural que deja a nuestros hombres muy mal parados en el entorno nacional e internacional, Identificándolos  con el señalamiento alusivo a la esclavitud que hiciere   el memorable asesinado presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, John F. Kennedy,  quien dijo: “la debilidad incita a la violencia y al abuso”,  y efectivamente en nuestra sociedad son los grupos más vulnerables,  las y los niñas niños, mujeres, adolecentes, los que son violentados.

Los miembros más débiles de las familias sufren desconsideraciones y abusos por parte de aquellos llamados a protegerles, quienes además de ser más fuertes físicamente  cuentan con el privilegio social que les da el reconocimiento  moral y  económico, sustentado en una sociedad machista que ha confinado  la mujer al  ámbito de lo privado, cuya confinación  la ha descalificado tradicionalmente  para competir en la esfera social pública, espacio asignado al hombre.


Su descalificación es reforzada socialmente tildándole de Insegura, emotiva, irracional, sensible, débil, como una condición de su naturaleza, sin tomar en cuenta los efectos socio psicológico causado por el confinamiento íntimo al que la sociedad permite se les haya asignado,  limitando su desarrollo personal, condición  necesaria  para el equilibrio y desarrollo pleno de todo ser humano.  



Si bien la mujer  se identifica como  portadora del cariño, la protección y cuidado de los y las  hijos, hijas esto ha sido manipulado  para favorecer al hombre en detrimento de los derechos fundamentales de la mujer, negándose su existencia como un ser humano  capaz de escoger su propio destino, pues ha sido encomendada al hombre, al cual debe obediencia y este ha asignado sus roles generacionalmente. 

En cambio  la  racionalidad, la precisión, la certeza, la seguridad,  la capacidad, la destreza y habilidad, son sinónimos del éxito laboral y social, también un ámbito de vinculación directa con el hombre.




´´Las  mujeres no saben lo que quieren´´  ´´es un ser muy complicado y si te llevas de ellas te vuelves loco´´.  ´´Pues la mujer debe estar en su puesto´´  ´´ella se cree gente´´ Es el discurso del hombre sobre la mujer (hablan así, algunos muy serios y otros disque en chistes) por lo que viven apartados no juntos, todos estos prejuicios no dejan lugar a la comunicación sana entre compañeros y parejas.

La mujer tiene que luchar y esforzarse doblemente  para lograr un sesgado reconocimiento en muchos casos.  El salario es un ejemplo, es demostrado  que la mujer gana en promedio 27% menos que el hombre aun realizando   el mismo trabajo.

Todas estas creaciones sociales han dado lugar a que tengamos un mundo más injusto. A que tengamos que convivir con todas estas  escenas dantescas  por parte de algunos hombres en contra de las mujeres y de ellos mismos por entender que   la mujer es un objeto de su propiedad sin voluntad propia. 
Son todas estas costumbres  las que han creado  un círculo de comportamiento tal que según investigaciones  el 13% de nuestros  jóvenes en edad de entre  15 a 34 años justifican se golpe a las mujeres! Para un total de 28.4% incluyendo a los hombres de 35-59 años.   Es una utopía pensar que podría ser diferente ante las repeticiones de los ejemplos dados.  Las mismas investigaciones arrojan datos tan escandalosos como que el 64% de los hogares dominicanos ha escenificado hechos de violencia contra la mujer,  el 24% de las mujeres de  15 años en adelante han sido víctimas de violencia física.

Es terrible  cuando escuchamos en la sociedad a personas  que por su investidura deberían ser conscientes de la problemática, y no contribuir a la desinformación,  diciendo, “las mujeres son las primeras machistas”, también escuchamos con pena, desilusión, desesperanza algunos periodistas en ejercicio de la comunicación   y/o orientación social  decir,  “son las mujeres quienes se buscan el mal trato de su pareja´´  estos  les arrancan la  vida, y comunicadores sociales a través de los medios de comunicación  se atreven a expresar  “es que  no respetan a sus parejas, las mujeres se han tomado la libertad de creer que pueden hacer lo que les da la gana”.

El desafío es grande para la sociedad, pues hay que desaprender para aprender.  Lo primero es que  nuestra sociedad reproduce las desigualdades y normalmente los seres humanos no reconocen derechos a quien no es, su igual.  Tanto la mujer como el hombre  están educados, el hombre, para que la mujer le sirva en todos los ámbitos,  y la mujer,  para servir y cuidar del hombre, es un sistema de deformación de derechos al que nos han  acostumbrado.

Sobre todas estas consideraciones,  solo la voluntad política de un gobierno unificando a todos los sectores de la sociedad civil conscientes y enfocados en la creación de un marco jurídico justo, eficiente, con mecanismos de aplicación  adecuados, comprometidos y responsables de crear una  ruptura de los  paradigmas de nuestro conglomerado social.  Así como la inserción de la igualdad de género como eje transversal de la educación.  Solo así, el mediano plazo nos podría garantizar el cambio cultural que nuestra sociedad necesita, y demanda.

Pues bien dijo:  J. Stuart Mill, y Harriet Taylor Mill,  ´´mientras existan legislaciones que discriminen a la mujer, ella no conseguirá su emancipación¨    Así como el diagnostico que hiciera por la misma época la primera  feminista británica  Mary Wallstonecraf, “el estatus de la mujer, en una sociedad mide el grado de desarrollo de las sociedades”.  En qué grado de desarrollo se encuentra la sociedad dominicana?

 

 

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